Madama Butterfly
en la Guinea Española

Escenografía teatral

Partiendo de la popular ópera de Giacomo Puccini, Madama Butterfly, comienza un trabajo de descontextualización, sacando su trama de la más profunda cultura japonesa y transportándola a la que era colonia española en los años 50, Guinea Ecuatorial. Basándose en los principios estéticos que esta cultura nos brinda a partir de la película Palmeras en la nieve, dirigida por Fernando González Molina en el año 2015, en la que se puede ver el desarrollo cultural de la tribu Bubi en contraposición de sus invasores españoles; claro paralelismo entre la invasión estadounidense que sufre la cultura japonesa en Madama Butterfly.

Si bien en la ópera original, Butterfly se casa y, tras una temporada sola y expectante, descubre la jugarreta que le ha hecho su marido extranjero, un americano extraño en Japón; en nuestra versión, el drama se desencadena exteriormente. Nuestra Butterfly, la hija del jefe Bubi, se casa con un español, que rápidamente ha de regresar a la Península por una temporada. A su regreso y, aunque casado por segunda vez -esta vez con una española-, su amor por ella y por el pequeño hijo de ambos sigue impertérrito al paso del tiempo. Tiempo que no se ha detenido para los pueblos sometidos: las revueltas de los aborígenes contra sus conquistadores españoles termina en la expulsión de estos últimos por el nuevo gobierno. Sin embargo, se impide la salida de ciudadanos guineanos, lo que fuerza a la familia a separarse, llevando a nuestra atormentada protagonista a quitarse la vida con el puñal sagrado de su pueblo, el pueblo Bubi.

Una visceral historia de amor, desamor, sufrimiento y muerte, marcada por las turbulentas circunstancias históricas entre aborígenes y conquistadores.

Se elige este contexto como forma de acercar al público español un tema tabú: la invasión -mal llamada “colonización”-, a lo largo de su historia. En concreto, esa invasión de Guínea Ecuatorial en que los españoles denigramos la cultura indígena y nos apropiamos de todo lo que tenían como si fuera nuestro; de la misma forma en que Pinkerton llega a Japón y coge lo que cree de su propiedad y hace con ello lo que se le antoja, sin pensar en las consecuencias y demostrando un absoluto desprecio e irrespetuosidad hacia la honorable cultura japonesa.

Por esto, la propuesta presentada es una crítica ferviente a nuestro pasado como país, al egoísmo demostrado y a esa ferocidad con la que los protagonistas tanto de Palmeras en la nieve como Madama Butterfly abusan, en el más amplio sentido de la palabra, y se benefician a toda costa de la cultura “débil”.



Se propone una escenografía de una gran simpleza vertical, pero que proporciona al director de escena variedad de posibilidades de movimiento horizontal: todos los elementos se sitúan en carriles (tanto en el suelo como en el techo), lo que les permite moverse por la escena horizontalmente. Este movimiento se basa en la tensión entre las dos culturas: funciona como dos fuerzas tirando de una cuerda; y, aunque se pretende que ocurra simultáneamente a la representación de la obra, podría tener lugar perfectamente tras breves cierres de telón y en los entreactos.

Los elementos se desplazarán por el escenario con la ayuda de extras vestidos de negro o caracterizados (de forma simple) como pertenecientes a la tribu. Ellos actúan como siluetas o, si acudimos de nuevo a la inspiración japonesa de la ópera original, como esos siempre presentes “espíritus de los antepasados”, y que al final de la obra jugarán un papel visualmente sobrecogedor cuando la protagonista se quita la vida.



Proyecto desarrollado en colaboración con Valentine Triamchaipisut aka La Valiente , Daniel Marín , Mónica Cortés, Mónica Ayala e Irene Guiral.